lunes, 1 de agosto de 2011

Un poco de historia.


En 1850, la confitería del Centro se ubicaba en la intersección de la Av. Rivadavia con la calle Rodríguez Peña y pertenecía a Constantino Rossi y Gaetano Brenna (éste último un prestigioso pastelero italiano especializado en la fabricación de pan dulce)
En las cercanía se instalaba el primer molino Harinero, el Molino Lorea, era el primero en la ciudad y se lo denomino, Antigua Confitería del molino.
A comienzos del 1905 la confitería empezó a funcionar frente al Congreso Nacional.
Luego en 1910 cuanto se finaliza la construcción de la Plaza del Congreso, se encargo al Arquitecto Francisco Gianotti, un proyecto que agregara locales al conjunto con la exigencia de que las obras no interrumpieran la atención a los clientes de la confitería. El nuevo proyecto debía contemplar y unificar con el conjunto, locales nuevos.
El encargo, para destinarlo a edificio de renta, incluía la remodelación del situado en la Avenida Callao 32, adquirido en 1909, y que poseía planta baja y cinco pisos, y la construcción de otro sobre Rivadavia 1815 que Brenna había comprado en 1911. Con estas obras quería presentar una nueva imagen de la empresa pastelera y a la vez adecuarse a la estética de la zona.
En 1917 , Cayetano Brenna inauguró en la misma finca y con el nombre de Nueva Confitería del Molino, en la intersección de Rivadavia y Callao, frente al edificio del Congreso Nacional.
En 1930 el edificio sufre un incendio durante el golpe de estado pero es reconstruido. Luego en 1938 fallece Brenna, y el negocio pasa a ser de Renato Varesse hasta el año 1950 y luego de Antonio Armentano hasta 1978. Este último vende el fondo de comercio y la marca a un grupo de personas que mas tarde presentaría la quiebra. Los nietos de Cayetano Brenna compran la confitería y, con algunas modificaciones (incluyen un salón bar y un mostrador para comidas rápidas, siempre respetando la arquitectura del edificio), logran mantenerlo.
En la década de 1990 comienza a decaer el negocio. En 1992 es declarado Área de Protección Histórica (APH) de la Ciudad de Buenos Aires, pero eso no pudo detener la debacle.
El 24 de enero de 1997 cerró sus puertas. Desde ese momento se suceden varios proyectos para su reapertura, que hasta el año 2010 no ha podido llevarse a cabo. A octubre de 2010, avanzó en la comisión de cultura de la Cámara de Diputados un dictamen favorable para su expropiación.
Este Inmueble de Art Nouveau y vanguardia de la Belle Epoque. Los materiales fueron traídos de Italia, desde cristalería, puertas, ventanas, cerámicas, mármoles, manijones de bronces y Vitraux encargados por Gianotti.
El edificio, que tiene la forma básica del edificio académico típico de Buenos Aires, está constituido por tres subsuelos, una planta baja y cinco pisos. Los salones para fiestas estaban en la esquina, y los tres subsuelos alojaban una planta de elaboración integral, una fábrica de hielo, las bodegas, los depósitos y el taller mecánico. La envolvente superior servía para viviendas y oficinas. Para que no interfirieran con la actividad de la confitería las columnas de hierro fueron colocadas de manera que sostuviesen los subsuelos y la planta baja y sobre ellas se colocó la estructura de hormigón armado que sostiene el resto del edificio.
Su fachada, que abraza la esquina, tiene un desarrollo simétrico y está revestida por piedra París. Se destaca en ella su fantasiosa ornamentación.
El inmueble tiene mosaicos opalinos, capiteles de bronce y cerámicas de oro en la mansarda.
En  el ático, unas esculturas alegóricas que homenajeaban a las provincias argentinas se imponían.
Aún pueden verse en el frente las aspas de un molino de fantasía y justo encima de él se alza la majestuosa cúpula en aguja, que fue terminada con vitrales Art Noveau multicolores.



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